viernes, 8 de mayo de 2015

El ojo de la cerradura

Una oscura noche de invierno, un hombre en un viaje de 
negocios se registró en un motel. 

La recepcionista fue muy amable cuando le dijo que su habitación era el número 12, pero de repente la cara de la misma se puso muy seria. 


Muy seria... 


Ella le dijo al hombre que no debe ir a la habitación 11. 


El hombre, ahora desconcertado, aceptó y se fue a su habitación. 


En su camino a su cuarto, la curiosidad lo invadió y decidió mirar por el ojo de la cerradura en la puerta de la habitación 11. 


Después de todo, no hubo ningún daño, pensó. 


Cuando volvió a mirar a través, todo lo que vio fue la parte de atrás de la mujer con la piel blanca y pálida. 

El hombre decidió que era suficiente y se fue a su habitación. 

Al día siguiente, cuando iba a la estancia, decidió mirar por el ojo de la cerradura de nuevo. 

Esta vez, todo lo que vio era rojo. 

Supuso que ella lo había visto y puso algo de color rojo sobre el agujero, por lo que se fue 

Esta decisión le salvó la vida. 

Cuando llegó a la mesa, la mujer detrás de él vio la expresión de su cara, y dijo: "Has mirado a través del ojo de la cerradura, ¿no?" Él asintió con la cabeza. 


Ella suspiró y dijo: "Esa habitación está embrujada, un día un hombre y su mujer se registraron en esa habitación, y él asesinó a la esposa , pero había algo diferente acerca de estas personas. 

Eran blancos de todo el cuerpo a excepción de los ojos que tienen, porque sus ojos eran totalmente rojos. "




La novia

Esta historia parte de la base de una leyenda urbana de un pequeño poblado rural, si es que así puede decírsele, porque habitaban muy pero muy pocas personas, a lo sumo unas trescientas, pero al fin y al cabo era un pueblo. Un pueblo que pertenecía a la provincia de Formosa ubicada en la República Argentina. 

Donde los recursos económicos eran muy escasos y la economía de los aldeanos era bastante, pero bastante pobre. Un lugar donde no había mucha tecnología, donde las noticias de la capital de la gran ciudad llegaban un poco tarde, de hecho solo había una pequeña parroquia ubicada a uno o dos kilómetros del poblado según dicen las malas lenguas. 

Aquella parroquia tenía mucho que ver en esta leyenda urbana, puesto que, Catalina, una joven de 21 años en pareja con su prometido, Roberto, ella quería tener su boda en aquella parroquia junto con toda su familia. El problema estaba en que Roberto, no solo no era creyente, sino que tampoco tenía el tiempo necesario para casarse durante aquella noche, ya que trabajaba en una fábrica metalúrgica por casi todo el día y noche. 

A pesar de todo, su salario no era suficiente como para mantener una familia, y según él contaba, estaba en sus mejores días y anhelaba que lo ascendieran de puesto y así conseguir un salario más económico, por lo cual no podía faltar a su trabajo.

Así es que, Roberto habló con la mano en el corazón con su gerente, ya que llevaban una relación bastante buena, y le pidió que le prestase sólo por unos minutos la fábrica para su boda. Positivamente, su jefe accedió. 
Sin embargo, para la sorpresa de los familiares de los prometidos, la propuesta sonó como si fuese una locura, ¿Se imaginan? todos los familiares chismeando entre ellos “¡Una boda en una fábrica de materia prima, que locura!” se oía escapando de las cloacas de tíos y sobrinos. 

Así y todo, la boda se llevo a cabo. Catalina llevaba puesto un vestido blanco como la nieve, tan largo como su cabello y unos ramos de flores en sus manos, con margaritas y rozas. Roberto, elegante, pero transpirando por el calor que hacía allí dentro, vestía su traje negro y su moño rojo aún con su casco de obrero en la cabeza. 
Todos los familiares se encontraban allí sonriendo, y aplaudiendo, cuando la novia besó a su prometido, que hasta los mismos obreros que se encontraban en la fabrica trabajando, se detuvieron unos segundos para aplaudirle a su compañero de trabajo. Fue un momento muy sentimentalista engordado de puros abrazos entre ambas familias y amigos. 

La cosa fue así, ocurrió tan rápido…que da pena relatarlo. Roberto la llevó a su esposa, Catalina, a dar un paseo por la fábrica, quería mostrarle como era su trabajo día a día. Así que le mostró cada última y primera zona de la fábrica. Pero lo peor ocurrió en la última… 

Mientras Catalina y Roberto subían unas largas escaleras a donde llegabas a la sala de administración donde se hallaba el gerente, pues Roberto quería presentarle su mujer a su jefe y volver a darle las gracias por todo, ocurrió la desgracia… 

Roberto y Catalina iban subiendo de la mano, sonriendo y hablando de los nervios que Roberto tenía por presentársela, cuando el vestido blanco de Catalina se engancho en una tornillo de un tablón de las escaleras, y se resbaló. Soltó su mano, tan rápido que Roberto no pudo hacer nada para evitarlo, y Catalina cayó por el costado de las escaleras, ya que estas no tenían garrotes por sus costados, ni nada con que agarrarse, así que cayó dando piruetas y golpeándose la cabeza, rasgando el hermoso vestido que tanto le había costado a su madre, y cayó a un enorme, pero enorme horno encendido en llamas en los que los obreros trabajaban con distintos químicos. 

Roberto estaba bloqueado, paralizado, no podía creer lo que estaba viendo en sus propios ojos, a su novia ardiendo en el llameante fuego del horno, gritando, gritando y gritando desaforadamente sin parar, llorando de la forma más horrible. De una manera monstruosa del dolor, escalofriante, de una manera poco humana, extraña, gutural. 

Roberto vio como su mujer se quemaba viva, y por más que gritó a sus compañeros de trabajo que apagasen el horno, pero ya era muy tarde. 

Pasados los años luego de esta tragedia, la fábrica quebró, Roberto se suicido la misma noche de la muerte de su novia. Nunca se encontraron los restos de la novia en el horno de la fábrica, los investigadores dicen que ardió de tal manera que sus miembros se desintegraron, a pesar de que encontrar unos que otros huesos pero que poco explicaban. 

La fábrica aún sigue en pie, repleta de escombros, sin obreros por supuesto, y sin emitir un solo sonido desde adentro. Los miembros del poblado no están de acuerdo con demoler el edificio, porque dicen que sería una falta de respeto a la memoria de la difunta. 

Algunas personas, dicen haber caminado cerca de la fábrica y haber oído el eco de los gritos de una mujer, gritos que no acaban nunca. Otros dicen haber visto luces anaranjadas o señales de fuego a través de las ventanas de la fábrica. Pero sin duda lo más interesante de esto, es que muy pocas personas son las que afirman haber visto a la novia vagando dentro de la fábrica vestida con su largo vestido blanco quemado, descolorido, con un rostro indescriptible, que con solo verlo tienes pesadillas cada noche por el resto de tu vida, y que cuando oyes su llanto, sientes un escalofrío que te recorre el cuerpo de pies a cabeza…
 

Pedro Alonso Lopez

Pedro Alonso Lopez
Pedro Alonso López nació en Tolmia, Colombia, en 1949, durante los períodos de "La Violencia”. Éste hombre estaba de hecho en el último lugar de la Tierra donde alguien habría querido nacer. El país fue gobernado por alborotadores y actos inconcebibles de violencia. Los problemas empezaron justo un año antes, en 1948, cuando se asesinó a un político popular Liberal, Jorge Eliecer Gaitan y una guerra civil estalló en el país. La guerra continuaría los próximos 10 años y apoderaría de 200,000 vidas antes de acabar.
El hijo de una prostituta, Pedro era el séptimo de 13 hermanos, nunca tuvo una infancia feliz. Su madre era una mujer dominadora quien controló a sus hijos con puño de hierro. Indiferente a sus obligaciones en el hogar, cualquier pretexto era bueno si le permitía estar en las calles. 
Violaciones de los derechos del humano por los guerrilleros, paramilitares y miembros de las fuerzas nacionales eran comunes, el incremento del crimen con respecto al resto de países era cincuenta veces más alto que lo habitual en el mundo.
En 1957 a la edad de 8 años, la madre de Pedro le sorprendió manteniendo relaciones sexuales con su hermana más joven y su peor pesadilla llegó a ser una realidad; se desterró a las calles y juró no volver nunca al hogar de nuevo. Tan yermo como la situación, las cosas rápidamente empezaron a cambiar cuando un hombre más viejo lo recogió apartándole de las calles, le ofreció comida y un lugar donde poder vivir. Pedro no podía creer en su suerte y rápidamente aceptó la oferta con fe ciega. No obstante, era algo demasiado bueno para ser verdadero. En lugar de imaginarse un hogar afelpado con comida y ropa de cama, el hombre le llevó a un edificio abandonado, donde le sodomizó en numerosas ocasiones antes de echarlo fuera hacia las calles de nuevo. 

Después de su acontecimiento desafortunado con el hombre viejo, Pedro llegó a ser acosado por extraños. Durmió en las aceras y edificios abandonados y sólo de noche, salía de su escondite en búsqueda de comida en los cubos de la basura y vertederos locales. Había transcurrido casi un año cuando Pedro finalmente obtuvo el suficiente valor para viajar por el país y eventualmente acabó en la ciudad de Bogotá. Después de unos días de mendigar por comida y recoger basura, un residente americano lo amparó. El individuo sintió pena por la apariencia de desnutrición de Pedro y por los ruegos por comida que hacía. El hombre, proporcionó una comida espléndida y le preguntó si deseaba venir a vivir con ellos.
Indiferente de la buena suerte de Pedro, como con todo en su vida, no se lo pensó dos veces. En 1963 a la edad de 12 años, un maestro lo agredió sexualmente durante un día de estudios. Todos los miedos previos de Pedro retornaban y el odio creció dentro de él. El paso siguiente fue robar dinero de la oficina de la escuela y huyó de su hogar.
Pedro Alonso Lopez 01
Pedro volvió al único lugar seguro que conocía, su primer hogar verdadero, las calles de Colombia. La guerra civil ya era una cosa del pasado y la guerra fría se instauró en el país. El gobierno se reorganizaba y fábricas que se habían construido durante la represión, empezaban despacio a volver a abrirse. No obstante, Pedro nunca había conseguido experiencia en ningún trabajo y tuvo sólo una educación mínima. Pasó los siguientes seis años en la mendicidad y comete robos pequeños para sobrevivir.
Por sus propios medios Pedro empezó a robar coches. Tenía poco que perder y un local compraba y pagaba por sus servicios. Era un ladrón de vehículos muy hábil y fue admirado por los aprendices más jóvenes del negocio.
A pesar de sus habilidades en 1969, Pedro, con 18 años de edad fue arrestado por autoridades por robo de vehículos y sentenciado a siete años de prisión. Permaneció en prisión y tan solo dos días después es violado por cuatro presos más viejos. En el siguiente ataque, Pedro se juró a sí mismo que nadie lo tocaría de nuevo. En venganza, construyó un cuchillo con los utensilios de la prisión y dos semanas más tarde cumple su venganza y asesina a cada uno de los cuatro hombres que lo habían violado. Las autoridades juzgaron el caso como defensa propia y no por el cargo de asesinato, simplemente se le agregó un adicional dos años a la condena inicial de Pedro por el robo del vehículo.
La prisión, combinó con sus penalidades previas, un daño irreparable a la mente de Pedro y pareció haber sido empujado a transformar su mente. Debido al abuso mental que soportó en las manos de su madre durante sus años tempranos había crecido temeroso de las mujeres. La comunicación social con ellas era impracticable, y satisfacía sus deseos con libros pornográficos y revistas. En la mente de Pedro su madre tenía la culpa de todo el sufrimiento de su vida y dolor de su corazón.
Reconoció más de 300 asesinatos en tres paises: Ecuador, Peru y Colombia.
A su salida de prisión en 1978, Pedro viajó extensamente por todas partes del Perú. Durante este tiempo, que él más tarde reconoció, había empezado a atacar violentamente y asesinar por lo menos 100 muchachas jóvenes de tribus locales por toda la región. La verdad es que es imposible verificar estas denuncias, pero lo que sí se sabe es que fue capturado por un grupo de Ayacuchos, en el norte del Perú, mientras intentaba secuestrar a una muchacha de tan solo 9 años de edad.
Los indios le despojaron de sus ropas, pertenencias y lo torturaron durante varias horas antes de decidir enterrarlo vivo. No obstante, tuvo la suerte de su lado, porque un misionero americano intervino y convenció a sus captores que el asesinato era impío y que deben entregar a Pedro a las autoridades. Ellos consideraron esta posibilidad y entregaron a su prisionero a las autoridades peruanas. Las autoridades judiciales y policiales no quieren perder el tiempo en investigar la denuncia de las pequeñas tribus y el Gobierno peruano deporta a Pedro a Ecuador. 

En su retorno a Ecuador, Pedro empezó a viajar alrededor de la región, incluso frecuentemente se detiene en Colombia. Las autoridades pronto empezaron a relacionar un acrecentamiento en casos de personas desaparecidas, mas concretamente a muchachas jóvenes, sin embargo, rápidamente concluyeron que se estaba produciendo debido al crecimiento de la demanda de esclavos sexuales y trata de blancas.
En abril de 1980, una riada inunda Ambato cerca de Ecuador y esto causó que las autoridades tomaran de nuevo al archivo de casos de las personas desaparecidas cuando las aguas rabiosas desenterraron los restos de cuatro niñas. Mientras era difícil por los especialistas determinar las causas de las muertes, concluyeron que las muchachas que habían encontrado, obviamente alguien se había tomado las molestias de esconder sus cuerpos a ojos entrometidos.
Días después de la riada, una mujer de la localidad, Carvina Poveda, se dirigía a realiza sus compras a un supermercado local con su hija Marie, de 12 años de edad, cuando un hombre desconocido intentó raptar a la muchacha. Carvina pidió ayuda para detener al hombre que trataba huir del supermercado con su hija en brazos. Comerciantes locales acudieron rápidamente a prestar su ayuda, capturaron al hombre antes de que pudiera escapar y lo retuvieron hasta la llegada las autoridades.
Pedro se encontraba muy tranquilo cuando la policía llegó a la escena. Cuando regresaron a la comisaría principal con su sospechoso, su primera conclusión fue que tenían a un loco en custodia.
Una vez en la oficina principal de la comisaría, Pedro se negó a cooperar con las autoridades y permaneció en silencio en todas las preguntas del interrogatorio. Los investigadores pronto se dieron cuenta de que tendrían que emplear una estrategia diferente para hacer hablar a su sospechoso. Uno de los funcionarios pronto sugirió que llamaran a un sacerdote, el Padre Córdoba Gudino, que conoció en prisión y mantuvo conversaciones en una celda con Pedro. El diseño de la estrategia de la policía era que el Padre Gudino se ganara la confianza del sospechoso y reconociera sus crímenes.
Al momento, Pedro empezó a hablar, y al día siguiente, ya había revelado actos tan repulsivos de violencia al Padre Gudino, que este no pudo oír ninguno más y pidió que le sacaran de la celda. Las siguientes y breves entrevistas con el Padre Gudino, proporcionaron a los investigadores pruebas contra Pedro acerca de las recientemente evidencias de asesinatos y maltratos. Pedro confesó a los investigadores que había asesinado por lo menos a 110 muchachas en Ecuador, 100 en Colombia, y "muchas más de 100" en Perú.
"A mí me caen bien a las muchachas en Ecuador," dijo, "son más dóciles y más confiadas e inocentes, no son como las muchachas colombianas que sospechan de extraños."
En el curso de sus confesiones, Pedro justificó sus crímenes a su dura vida y a una adolescencia difícil y solitaria.
"Perdí mi inocencia a la edad de ocho años" explicó, "así que decidí hacer lo mismo a tantas muchachas jóvenes como pudiera."
Cuando se le preguntó cómo seleccionaba y convencía a sus víctimas para después cometer sus crímenes, Pedro explicó que a menudo buscaba sus blancos con "una mirada segura de inocencia." Siempre buscaba sus víctimas a la luz del día, porque no quería que la oscuridad escondiera sus verdaderas intenciones de matarlas.
Cuando se le preguntó que hacia con estas víctimas, Pedro explicó que primero violaba a su víctima, y entonces la estrangulaba mientras miraba fijamente sus ojos. Quería tocar el placer más profundo y de la excitación sexual más profunda antes que su vida se marchitara. Siguió declarando que el horror continuaría aun después de su muerte.
Policía estaba inicialmente escéptica ante las espantosas confesiones, casi increíbles de Pedro, los enlaces con Perú y Colombia eran incapaces de demostrar lo contrario. Como Pedro se dio cuenta de que investigadores dudaron de las pruebas de sus demandas, ofreció llevarlos a varios lugares donde él mismo había enterrado a los cadáveres por todas partes del país. Los investigadores estuvieron de acuerdo y dispuso el diseño de un plan de acción.
Los siguientes días después de su confesión inicial, se requiere a Pedro desde la comisaría principal para que pueda dirigir una caravana policíaca a sus sitios de enterramiento. Las dudas de los investigadores pronto empezaron a desaparecer cuando Pedro los llevó a un apartado área en la vecindad de Ambato, donde descubrieron los cadáveres de 53 muchachas, de edades comprendidas entre ocho y doce años. Durante todo el día Pedro los llevó a 28 nuevos sitios, y en cualquier lugar que realizaban excavaciones no se descubrieron otros cuerpos. Algunos de los investigadores opinaron que animales probablemente esparcieron los restos y las riadas habían “lavado” el terreno.
De regreso a la comisaría, se anotaron más de 57 cuerpos asesinados, de cualquier modo que Pedro repitió la cantidad de 110 como resultado de sus crímenes tal y como se registraron en sus confesiones. El director de asuntos de la prisión, Vencedor Lascano, más tarde explicó: "Si alguien confiesa autor de cientos de asesinatos y se encuentran más de 57 cadáveres, debemos creer lo que dice." Lascano también les dijo ese periodista, "pienso que su estimación de 300 es muy baja."
De cualquier modo, nunca se supo nada más de las declaraciones e investigaciones acerca de estos asesinatos. Lo que sí es conocido es que en 1980, se declaró culpable Pedro Alonso López del delito de múltiple asesinato y fue sentenciado a pasar el resto de su vida en prisión.
"Está parte del perfil," dijo una vez Robert Ressler, investigador criminalista del FBI. "De los asesinos múltiples muy a menudo se deben a obsesiones de algún género relacionadas con sus madres. Una relación de odio, en idioma popular. Estas madres, habitualmente no serán candidatas a madre del año. El hilo común parece ser el elemento sexual, madres que tienen muchos compañeros del sexo y el hijo es sabedor de esto. Por supuesto, los niños de prostitutas son los más probables prototipos si se les expone a este tipo de conducta, agresiva y desentendida por parte de la madre."

Ed gein

En la tarde del 8 de diciembre de 1954, un granjero de Plainfield, en Wisconsin, entró en La Taberna de los Hogan a echar un trago en esa fría tarde de invierno, cuando de pronto descubre con espanto un gran reguero de sangre que cubría las tablas de madera del suelo. La propietaria, Mary Hogan, había desaparecido.
El sheriff observó que no había señales de lucha aparentes y que la caja registradora seguía llena, pero determinó que la mujer había sido asesinada y que su cuerpo había sido arrastrado hasta un coche que esperaba fuera. Los informes forenses tan sólo confirmaron las conclusiones a las que había llegado el sheriff y no arrojaron ninguna luz sobre el caso. La desaparición de Mary era un misterio.
Aproximadamente un mes después de este suceso, el propietario del aserradero de Wisconsin comentaba el caso con un hombre pequeño y tímido que vivía en una granja de madera a pocos kilómetros de allí. Su nombre era Eddie Gein.
Gein vivía solo desde la muerte de su madre y se ganaba la vida haciendo toda clase de trabajos a los vecinos de Plainfield. Fue su habilidad en este tipo de trabajos por la que este hombre de complexión débil, mediana edad, pelo rubio y ojos azules empezó a ser conocido entre los lugareños como una persona trabajadora, cumplidora, fiable pero excéntrica.
El propietario del aserradero no se llevaba muy bien con Gein. Encontraba extremadamente difícil hablar con él porque a veces éste comenzaba a reír con nerviosismo sin motivo, como un desequilibrado, o por sus comentarios inoportunos que dejaban a la otra persona sin saber qué decir.
En esta ocasión, el hombre recordó que Gein solía sentarse solo en un rincón de la taberna mirando fijamente a la dueña del local, absorto en sus pensamientos con una jarra de cerveza. Supuso que estaba enamorado de la mujer. Le sugirió bromeando que si le hubiese hablado a Mary con claridad de sus sentimientos, probablemente en ese momento estaría en su granja cocinando y esperando que volviera, en lugar de haber desaparecido. Gein, con un extraño gesto, puso los ojos en blanco, y le respondió, con una de sus conocidas sonrisas: «No está desaparecida. Ahora mismo está en la granja». El hombre se encogió de hombros y no lo tomó en serio, después de todo, era el tipo de comentario que se esperaba de él.
Nació en La Crosse, Wisconsin, el 27 de agosto de 1906, hijo de una mujer austera y fanática religiosa que despreciaba a su débil y borracho marido. Cuando ambos discutían, que solían hacerlo con frecuencia, el hombre se emborrachaba y golpeaba a sus dos hijos.
La infancia de Gein se desarrolló bajo el desequilibrado fanatismo religioso de la madre, quien era una luterana de hueso colorado que consideraba a todo el mundo una mala influencia para sus hijos, a tal grado que compró la propiedad de Plainfield con el objetivo de alejar a su progenie de la perversidad del mundo. Especialmente las mujeres eran la perdición, pues todas —a excepción de ella— eran peor que golfas, y una de sus creencias más fuertes era que el sexo sólo debía practicarse con fines reproductivos. Mas había una cosa que ella no podía impedir, y era que Eddie asistiera a la escuela, lugar donde no tuvo problemas para pasar sus materias. La gente que lo conoció en la escuela reporta que Gein era un sujeto de maneras discretas y afeminadas, por lo que era pasto de los niños más abusivos. Los intentos que Gein iniciaba para hacerse de amigos eran bloqueados sistemáticamente por su dominadora madre.
Todos los días la señora Gein se tomaba un tiempo para leer sermones a sus hijos del Antiguo Testamento, generalmente severos pasajes que hablaban de los castigos de Dios. Fuera de la escuela, el joven Gein dedicaba el resto de su tiempo a las labores propias de su granja. Su mejor pasatiempo era leer revistas de aventuras, su único escape de la áspera realidad familiar.
Así fue la vida de los Gein en su granja hasta que comenzaron a morir uno tras otro los miembros de la familia, siendo el primero el padre, en 1940. Por ese tiempo, Henry Gein, el hermano mayor, comenzó a manifestar su oposición a los designios maternales y a hablar cosas ante la mortificada actitud de Eddie, quien no podía aceptar que se dudara de la sabiduría de su madre. Fue en 1944 que mientras ambos hermanos combatían el fuego en los matorrales de la granja, Henry muere en extrañas circunstancias. Luchando contra el fuego, según testimonio de Eddie, se separaron hasta que después no pudo hallarlo y fue en busca de la policía. Lo curioso es que al regresar con ellos, los fue guiando hasta donde estaba el cuerpo del «desaparecido» hermano, y aunque éste presentaba señales de haber sido golpeado, los oficiales determinaron que había muerto de asfixia y no se prestó mayor atención al asunto. El 29 de diciembre de 1945, tras una serie de derrames, muere su madre, quedando finalmente solo en el mundo el viejo Ed Gein. Durante el funeral estaba inconsolable y deprimido.
La mañana del sábado 16 de noviembre de 1957, Gein asesinó a la dueña de la ferretería del pueblo, Bernice Worden, disparándole una bala con su viejo rifle de caza del calibre 22. También en esta ocasión se llevó el cadáver en la furgoneta, dejando el suelo del local encharcado de sangre. Pero esta vez, había un testigo… el libro de contabilidad. En su última anotación, figuraba el nombre de Ed Gein, quien había comprado su último anticongelante.


Dos oficiales arrestaron a Gein, mientras otros dos se dirigían inmediatamente hacia su granja con la intención de llevar a cabo un registro. Al pasar dentro, el sheriff sintió cómo algo le rozaba el hombro, y al volverse se topó con un cuerpo decapitado de mujer con un profundo agujero en el estómago. El cadáver colgaba del techo.
Después de recuperarse del shock por el horror que habían presenciado, y tras pedir ayuda por radio, los dos hombres volvieron a la casa. El cadáver colgaba de un gancho por el tobillo y con un alambre le habían sujetado el otro pie a una polea. Habían rajado el cuerpo desde el pecho hasta la base del abdomen, y las tripas brillaban como si las hubiesen lavado y limpiado.
No había duda de que el causante de ese terrorífico espectáculo era una persona enferma. Era difícil de creer que un ser humano pudiera vivir allí. Por todas partes se veían montañas de basura y desperdicios, cajas de cartón, latas vacías, herramientas oxidadas, excrementos, revistas pornográficas, de terror y de anatomía humana, chicles pegados en las tazas y una dentadura sobre el mantel de la mesa…
Más tarde, en cuanto llegaron más patrullas, se descubrió en el interior de la casa todo el horror que allí escondía. Había varios cráneos esparcidos por la cocina, unos intactos y otros partidos por la mitad y empleados como cuencos. Una inspección más detenida reveló que una de las sillas de la cocina estaba hecha con piel humana, como las pantallas de las lámparas, las papeleras, las fundas de los cuchillos e incluso alguna prenda de vestir, como un cinturón formado con pezones humano o el traje de mujer que incorporaba vagina, pechos y piernas, que Gein usaba para pretender que era su propia madre.
Entre algunos otros de los más atroces descubrimientos se encontraron unas cajas con los restos humanos pertenecientes a diferentes cuerpos sin identificar, el corazón y la cabeza amputada de Bernice Worden en una bolsa de plástico y una colección de nueve máscaras de piel humana con el pelo intacto, de las cuales, cuatro colgaban en la pared que rodeaba la cama de Gein.
La única habitación de la casa que parecía normal era una sellada con tablones en la puerta y perfectamente ordenada; la de su madre. Desde que su madre muriera doce años antes, la habitación había estado cerrada con clavos como un sepulcro. Ed explicó a la Policía después de su detención que, tras su fallecimiento, su madre se mantuvo en contacto con él durante más de un año, hablándole mientras se adormecía. Dijo que había sido en esa época cuando desarrolló su fascinación por la anatomía. Le fascinaban los reportajes sobre la operación de cambio de sexo y se planteó el convertirse él mismo en mujer.
Gein declaró que tan sólo recordaba, muy confusamente, haber matado a Bernice Worden, y que los demás restos humanos que se habían hallado en la granja pertenecían a nueve cadáveres que había sacado del cementerio. Explicó que en los últimos años sentía de vez en cuando la necesidad de profanar tumbas, y que en algunas ocasiones incluso conocía a las víctimas en vida y se enteraba de sus muertes leyendo los periódicos. Luego, en la noche del entierro, se dirigía al cementerio, sacaba el cadáver y rellenaba de nuevo la tumba.
Muchos de los objetos domésticos y muebles que se descubrieron a raíz del arresto de Gein procedían de las profanaciones de tumbas. Unas veces arrastraba cadáveres enteros hasta su casa, otras cortaba las partes más interesantes y se las llevaba como recuerdo.
Esta serie de estremecedores descubrimientos ha sido desde entonces materia de inspiración para incontables historias de asesinos. El asesino serial Buffalo Bill de El silencio de los inocentes tiene obvios orígenes en los descubrimientos de la granja de Gein, siendo un sujeto que experimentaba placer y morbo con la piel de sus víctimas con las que efectuaba enfermos rituales travestis. Arthur Bloch se inspiró en Gein para la creación de Norman Bates, el disfuncional asesino que fue llevado a la pantalla grande en Psicosis. Sin embargo, y por muy increíble que parezca, a Eddie Gein no se le pudo ligar más que a la muerte de dos personas, cuestionándose inclusive su presencia en las listas de asesinos seriales del mundo.
El 30 de marzo de 1958 la casa de Gein fue clausurada, después de correrse el rumor de que estaba destinada a convertirse en una atracción para turistas como la Casa de los Horrores. De todas formas, su camioneta Ford sobrevivió y se vendió en una subasta pública para ser utilizada en ferias locales con un letrero que anunciaba: «¡El coche de Ed Gein! ¡Vea el coche que transportó a los muertos de las tumbas!».
Los médicos del hospital Central del Estado decidieron que el asesino no estaba capacitado para ir a un juicio y fue internado hasta los 68 años, cuando después de un juicio que duraría una semana, se le declaró culpable de dos asesinatos, pero al aducirse su locura, fue de nuevo internado.
El caso de Ed Gein es, desde un punto de vista médico, uno de los más complejos de la Criminología. Voyerismo, fetichismo, travestismo y puede que necrofilia integraban su personalidad.
Sin embargo, a medida que se iba conociendo su verdadera historia, se hizo evidente que esas perversiones eran meras manifestaciones de una psicosis profunda, un trastorno mental que tenía sus raíces en la relación anormal que tenía con la madre. Cuando los psiquiatras comenzaron a considerar las posibles razones de su comportamiento patológico, supusieron que se trataba de un caso de «Complejo de Edipo», que Gein estaba enamorado de su madre y que a raíz de su muerte se obsesionó en buscar a alguien que la sustituyera, pues se encontró extraordinario parecido entre sus víctimas y su madre. De niño, buscaba el amor de su madre de manera obsesiva, que le era negado una y otra vez; fue así como en su mente se desarrolló una nueva personalidad, un Ed que odiaba a la mujer.
Gein murió por insuficiencia respiratoria el 26 de julio de 1984, tras décadas de reclusión en una unidad psiquiátrica, en donde resultó ser un paciente modelo. En la actualidad, sus restos descansan en el cementerio de Plainfield, al lado de los de su madre.

Ted Bundy

“Un hombre guapo, elegante, romántico, tierno, encantador…” Así lo definían sus amigos, sus novias y los que lo conocían, posiblemente lo contrario que pensasen las jóvenes que asesinó.
Nació en 1946, hijo de una joven chica soltera que provenía de una familia puritana. Es rechazado por ella durante los primeros años de su vida por ser hijo ilegítimo. Ella (la madre de Ted) trata de disimular a su hijo, que es considerado como una vergüenza para la familia, tratándolo como si fuese su hermano. Bundy se crió en casa de su abuelo, un hombre violento que pegaba a su mujer.
Las secuelas de estos rechazos en la infancia, serían visibles en la adolescencia, a través de su carácter sumamente tímido e infantil y de su tendencia a la soledad. Comienza a aislarse de sus compañeros de juego y adopta un cruel y extraño comportamiento hacia cuanto le rodea, por ejemplo, mutilando a los animales que atrapa.
Más tarde cursa estudios de Derecho y colabora en algún partido político trabajando activamente en las campañas. Pero en esa etapa de su vida, decepcionado por una sociedad en la que no encaja, comienza su etapa como asesino en serie.
El primero de sus crímenes tendría lugar en Washington en 1974, cuando ataca a una mujer mientras dormía golpeándola con una barra de hierro. Apenas un mes más tarde asesina a una joven en el mismo campus universitario, llevándose el cuerpo lejos de allí una vez muerta ésta, pero dejando la habitación llena de sangre.
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En todos sus crímenes adoptaba un mismo ritual: seguía a la joven víctima por las calles, luego la estrangulaba y la golpeaba en su propia casa. A veces la secuestraba para llevarla a un lugar más seguro. Una vez muerta la sodomizaba con el miembro o con el objeto que tenía más a mano mientras mordía su cuerpo.
Bundy podría considerarse un ejemplo claro de lo que sería un asesino en serie psicópata. No sólo por haber sufrido una infancia traumática, sino porque además su aspecto inspiraba siempre confianza a las víctimas. Si bien al principio cometía sus crímenes por la noche guardándose de un posible testigo que pudiese identificarlo ante un tribunal, poco a poco se iría confiando y abordaría a las futuras víctimas por el día.
Apoyado en su atractivo y su carismática personalidad, se paseaba por los supermercados pidiendo ayuda a mujeres jóvenes para conducir su coche Wolkswagen, fingiendo que tenía un brazo roto y sin que éstas sospechasen lo más mínimo que hablaban con su futuro asesino.
Tras sus primeros crímenes, Bundy comienza a viajar por una buena parte del país: Washington, Utah, Colorado y Florida, dejando a su paso una serie de crímenes y secuestros.
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Es arrestado una primera vez el 16 de agosto de 1974 en Utah tras ser identificado por una mujer que meses antes había intentado secuestrar. Se le condena a cumplir una pena de prisión en Colorado, pero logra escaparse antes de ser encerrado y desaparece durante más de dos meses. Dos meses que le servirían para seguir cometiendo espeluznantes crímenes, esta vez tres jóvenes entre las cuales una tan sólo contaba con 12 años.
Es nuevamente detenido en Florida. En el juicio, él mismo se defendería en tanto que abogado, apoyado por un grupo de jóvenes “fans” que reclamaban su inocencia ante las puertas del Juzgado. A pesar de todo, la prueba irrefutable que lo culpó, la aportaría un odontólogo forense, tras comparar las marcas de unos mordiscos en uno de los cadáveres con los dientes de Bundy.
Evidentemente ambos moldes coincidían. Después de seis horas de deliberación, el jurado lo condenaría al corredor de la muerte por 14 homicidios de primer grado…
Tenía una fijación especial por asesinar a mujeres jóvenes de pelo oscuro y largo, que le recordaban a su ex novia, la cual lo había rechazado unos años atrás. Pero las jóvenes víctimas vendrían a representar del mismo modo a su madre, por haberlo abandonado de pequeño. El asesino confesaría personalmente a los psiquiatras:
“Toda la rabia que he estado desahogando con las mujeres que maté, estaba dirigida contra mi madre”.
Podríamos considerarle como una mezcla entre asesino organizado y desorganizado. Tanto podía mostrarse con una personalidad muy inmadura, dejar indicios en el lugar del crimen, o por lo contrario prepararlo cuidadosamente, seleccionar a las víctimas y dejar pocas huellas.
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Él mismo se consideraba un adicto al crimen, y aunque aseguraba que podría dejar de matar en cuanto se lo propusiese, no dejó de hacerlo hasta su detención. Aseguraba no haber matado a 14 mujeres, confesó haber asesinado y violado a 28 mujeres en los años 70.
Los múltiples test psiquiátricos realizados evaluarían una personalidad propia de esquizofrenia:
Cambios de humor muy repentinos, impulsivo, sin emociones, afán de protagonismo, ataques de histeria, doble personalidad, inestabilidad emocional, rechazo a la sociedad, ansiedad, depresión, complejo de inferioridad, inmadurez, mentiras que termina por creerse él mismo, obsesivo, egocéntrico, falsa realidad adaptada por él mismo, manía persecutoria…
Ted Bundy fue ejecutado en la silla eléctrica nueve años después de su sentencia, el 24 de enero de 1989, tras haber sido culpado por haber asesinado a 14 jóvenes.

No mires atras

Quieres jugar un juego peligroso?
Bueno yo tengo uno, pero aquí y ahora dejo en claro yo no me hare responsable por nadie, tu lo horas por tu propia cuenta.
El juego se llama No Mires atrás
Necesitas cosas simples pero muy  estrictas  Necesitas una caja de fósforos o cerillos  de cual caja extraerás 3 y necesitas obviamente la caja para encenderlo.
necesitaras una hoja y un bolígrafo  y lo más importante estar completamente solo o sola en casa, no te puede ayudar un amigo ni un familiar, y para poder jugar debes hacerlo después de las 12 de la noche y no es porque la hora juegue un papel importante, no , lo que se quiere es que haya quietud total.
Apaga todas las luces u objetos que produzcan alguna como celulares, el ordenador, la televisión etc. Necesitas una recamara donde estarás tu que no tenga ventana, si en tu casa no hay ninguna que no tenga ventana toma sabanas o cobertores y tápala ventana lo mejor posible, para que haya oscuridad total, lo enteras más adelante.
Toma el papel y rómpelo en pedazos por el número de habitaciones en tu casa es decir  si tienes 3 habitaciones rómpela en 3 pedazos si tienes 4 en 4 pedazos y así sucesivamente.
En cada pedazo de papel le pondrá algo así: YO (tu nombre) Los invito cordialmente a una Fiesta que va a ser de (Pon la hora) a  (Pon la hora) Espero que asistan.  Te aconsejo que pongas un tiempo de escaso minutos, no cometas el graso error de poner que va a durar hasta las 6 de las mañanas porque no creo que la aguantes. Te aconsejo que pongas 5 minutos o si te sientes muy osado o muy valiente pongas 10,12 o quizás 20 minutos.
Tomas los pedazos de papel que ya dejaron de ser solo un simple papel ahora son invitaciones para tu fiesta. Tíralos por debajo de la puerta así haciendo que queden adentro de la habitación después de Hacer esto grita : SON TODOS BIENVENIDOS A MI FIESTA, ve al cuarto que elegiste y apaga la luz y ve a una esquina del cuarto, trata de no caerte (estarás a oscuras), cuando llegues a la esquina toma los fósforos y prende uno si no llega a prender después de primer intento tíralo y toma el siguiente y si los demás fósforos no prenden que te deben quedar 2, mala suerte nadie vino a tu fiesta, puedes prender la luz y dormir tranquilo, Pero si un Fosforo se Prende  Tienes invitados en casa.



Toma el cerillo y aunque tengas luz no mires atrás, no sé qué tipo de persona veas te vas a sentir mal, sentirás un vibra pesada, sentirás que hay alguien ahí y tendrás tentación de voltear pero no lo hagas. Ellos no serán hostiles si  respetas tus reglas, la gente que no resistió la tentación  lo que vio los marco de por vida el horror más grande de sus vidas lo sintieron en carne propia. Después del que lazo de tiempo haya pasado  oirás una voz tenue que dice gracias susurrando en tu oído. Después de eso pues voltear y encender la luz y por precaución quema las invitaciones que hiciste y tira las cenizas fuera de tu casa a menos que quieras jugar de nuevo.

Gracias por jugar

Arthur

Era voluntaria en la clínica de salud mental. Dada la naturaleza peligrosa de los residentes, se le habían asignado las habitaciones de los pacientes menos violentos, los suicida, los que oyen voces, los que no dicen nada en absoluto.
Pronto se acerco a un hombre mudo llamado Arthur. Él era un oyente absorto, dispuesto a asentir con la cabeza durante horas mientras le contaba la historia de su vida. Ella le hablo de su pasado, su presente. Las personas involucradas en ambos. Sus esperanzas para el futuro.
Arthur sólo asiente con la cabeza.
Después de varios meses de haberla escuchado, le debe mucho a Arthur, ya que hace lo que más esperaba de un amigo: escuchar. Así que debía sacarlo de la clínica. Él no puede ser feliz sentado solo en una habitación señalando a los internos todos los días. Le pediría al medico en jefe dejarlo ir, al fin y al cabo el nunca había lastimado a nadie.
Un día, después de mucho insistir su esfuerzo al fin rindió frutos. El médico en jefe se ha comprometido a dejar libre a Arthur. Ella corrió a su habitación para darle la noticia. “Eres libre!” Le grito. “¿No es genial?”
Arthur sólo asiente con la cabeza.
Le escribió  su nombre y dirección en un trozo de papel. Se lo entrego. “Voy a extrañar mucho tener a alguien con quien hablar” dijo.
-“Pero ahora puedes visitarme cuando quieras, ambos podemos aprender mucho uno del otro, no sé porque eran tan rejegos a dejarte salir tuve que pelear todos los días con  el Dr. Thanner para dejarte ir, dijo que por alguna razón el antiguo director le había indico explícitamente que no salieras de aquí, tonterías supongo”
Él la miro y tomo el papel. Sólo asiente con la cabeza.
Se fue a casa, se sentía muy bien consigo misma. Pensaba presumir a todos los que pudiera acerca de eso, amigos, familiares, compañeros de clase, compañeros de trabajo, contarles acerca de lo que paso con Arthur. Incluso se quedo dormida con una enorme sonrisa en la cara.
Esa noche, sus ojos se abrieron. Escucho gritos, gritos aterradores que la despertaron.
En ese instante el teléfono junto a su cama suena, es el Dr. Thanner:
– ¿Hola?
– LIZ¡¡¡ Tienes que salir de inmediato, ve a un lugar seguro, llama a la policía, pronto ve a la estación, solo sal de tu casa, encontramos el expediente de Arthur y es…
La línea se corta.

 Se levanto de la cama y se dirigió a la sala de estar para tomar el otro teléfono, fue entonces cuando los vio. Sus padres y su hermano, recostados sobre el piso, su sangre empapando la alfombra,  las paredes se tiñeron de rojo con la carnicería. Sus cabezas fueron golpeadas una y otra y otra vez con algo contundente, sus ojos están fuera de sus órbitas. Todos están muertos.
Entonces comenzó a llorar, pero también se dio cuenta de que había un hombre parado en la puerta.
Es Arthur, sosteniendo el pedazo de papel que le dio aquella mañana.
Su cuerpo entero tiembla, su sangre se congela y antes de que el terror la consuma dice:
– “¿Vas a matarme?”
Arthur sólo asiente con la cabeza.